Fideo pega la vuelta al club de sus amores, pero la ciudad no es la misma. Rosario está sitiada por la violencia narco, y su llegada despierta más preguntas que festejos.
¿Qué tiene que ver Di María con todo esto?
A nivel personal, nada. Di María no tiene causas ni vínculos con el narcotráfico. Pero la historia es más compleja. Su barrio, su apellido, y algunos antecedentes de su entorno hacen que su figura no pase desapercibida en este contexto. Más de una vez se reflotaron casos viejos, como la detención de un primo lejano hace años, que aunque no tienen que ver con él, lo salpican mediáticamente.
Y en Rosario, eso alcanza para encender las alarmas.
Seguridad, barras y un contexto que aprieta
Desde el club ya están hablando con Seguridad para armar un operativo especial. Se teme por su integridad, la de su familia y hasta por la tranquilidad del vestuario. La barra está dividida, los conflictos políticos dentro del club siguen, y en el medio aterriza uno de los jugadores más importantes de la historia reciente del fútbol argentino.
¿Está Central preparado para cuidarlo? ¿Y Rosario?
Los hinchas lo aman. Sueñan con verlo en el Gigante y gritar sus goles. Pero hasta en las redes, muchos marcan la paradoja: «Fideo se viene a jugar al corazón del bardo«. Porque más allá de la alegría, todos saben que la ciudad no es la de hace 15 años. Hay miedo, hay violencia, y hay intereses que van más allá del fútbol.
Sin embargo, lo único que podemos decir con exactitud, es que la llegada de un campeón del mundo de la talla de Ángel Di María, marca un precedente para el deporte Nacional que hoy ve de a poco el regreso de los visitantes a los estadios argentinos.
